domingo, 4 de enero de 2015

Obsesión por un cuerpo "10"

La importancia de la apariencia física en los adolescentes es tal, que la obsesión por estar bien puede llevarles a cometer auténticas locuras. 


  
En los años '80 y '90 del siglo pasado tuvo lugar la eclosión de un tipo de enfermedades mentales, sobre todo en la mujer, que puso en jaque a la salud occidental. Como resultado de los cambios sociales y culturales, y del nacimiento de un nuevo patrón de belleza impulsado especialmente por los medios, donde la delgadez extrema es la reina, comienzan a diagnosticarse cada vez más casos de trastornos de la conducta alimentaria (la anorexia, la bulimia o el trastorno por atracón), que han llegado a convertirse en casi una epidemia.

Recién estrenado el siglo XXI, empiezan a surgir entre nuestros adolescentes comportamientos de riesgo también relacionados con el culto al físico. La OMS alerta de que el 5 o 6 por ciento de las enfermedades mentales que sufren los adolescentes son trastornos de la conducta alimentaria: se estima que el 25,1% de los jóvenes percibe su imagen con sobrepeso u obesidad, y hasta el 12,2% de las chicas puede estar dos días sin ingerir comida. Estas actitudes pueden resultar altamente perjudiciales para la salud.

Como trastornos de la conducta alimentaria (TCA), sólo contempla la anorexia, la bulimia y los trastornos por atracón; el resto, por el momento, sólo pueden considerarse conductas nocivas provocadas por una obsesión por un cuerpo perfecto y por una alimentación extremadamente sana que, aunque resulte paradójico, acaban favoreciendo malos hábitos en las comidas e incluso la desnutrición, en muchos casos.

El 97% de las personas que sufre estos trastornos ha realizado o realiza una dieta restrictiva sin someterse a supervisión médica. Los problemas principales derivados de estas conductas están relacionados con hábitos alimenticios inadecuados, que suponen una carencia nutricional por la supresión de algunos alimentos, principalmente los que se consideran más grasos, y de micronutrientes esenciales para el buen funcionamiento del organismo como las vitaminas o los minerales. E incluso, en los casos más severos, pueden derivar en una desnutrición. Las complicaciones más tempranas suelen aparecer a nivel del aparato digestivo, hígado, riñón y piel, y posteriormente se puede ver afectado el aparato locomotor, el corazón y el sistema nervioso central. Además, a nivel social, la limitación de estas personas en su vida diaria es indiscutible, por lo que suelen acabar aislándose. En estas patologías resulta más complicada la recuperación psicológica que la física, por eso, es básico diagnosticar la enfermedad en sus inicios.


¿CUESTIÓN DE ESTÉTICA?

Aunque estas enfermedades se caracterizan por sus síntomas físicos, debido a que el paciente presenta alteraciones en la forma de comer, bien por exceso bien por defecto, puede tratarse de un trastorno mental cuya problemática es más profunda que la simple obsesión por estar delgado. En estos casos, la pérdida de peso es tan sólo un pretexto, ya que detrás de un trastorno de la alimentación se encuentra siempre una persona que ha perdido la autoestima o que nunca la ha tenido.

El 33% de estos trastornos se da en chicas y chicos de menos de 30 años. La mayoría se gestan en la adolescencia, entre los 15 y los 17 años. Esta época de desarrollo es propicia para su inicio porque se produce una serie de cambios físicos y sociales que no saben resolver con soltura, y que les hace sentirse inseguros e insatisfechos. En esa búsqueda de identidad, el aspecto físico es importante, y hay ocasiones en que estos chicos pueden refugiarse en el control de su cuerpo y de su peso (aunque no estén obesos) para estar bien consigo mismos y aceptados por los demás.

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